lunes, 7 de marzo de 2011

EL ESPACIO EN LA NARRACIÓN (APUNTES DE NARRATIVA)


EL ESPACIO EN LA NARRACIÓN (APUNTES DE NARRATIVA)
Una vez que hemos hablado del Tiempo, trataremos el elemento narrativo ESPACIO. Pasaremos por alto un aspecto del espacio que podríamos denominar el “espacio escrito”, es decir, la distribución del texto en la página (párrafos, espacios en blanco, capítulos) Aspecto que tiene su importancia y que alcanza un alto grado de protagonismo sobre todo en ciertas vanguardias poéticas que experimentan haciendo dibujos y gráficos con palabras y frases. Aquí nos centraremos en el “espacio narrado”.
Como siempre plantearemos el tema a través de una pregunta/problema narrativo: ¿Cuándo yo, escritor, debo dar cuenta al lector del espacio en el que se desarrolla la acción o se mueven mis personajes?, ¿cómo?, ¿por qué?... Ensayaremos una respuesta a modo de muñecas rusas. Veamos:
1ª.- El espacio escenario. Con este tratamiento del espacio, el escritor pretende que la acción o los personajes no se encuentren en la “nada”. Suele ser meramente informativo y muchas veces mecánico y hasta molesto para el lector (interrumpe la acción, no se liga con la trama, parece un añadido o cuerpo extraño…). No dice más, por ejemplo, que hay una casa, un árbol y una montaña. Es un tratamiento ingenuo e insuficiente (salvo en párrafos de transición o necesidades de verosimilitud o comprensión de las acciones).
Por ejemplo, en nuestra hipotética narración basada en la genial idea de “Chico conoce chica se enamoran y tienen problemas” un tratamiento del espacio como el arriba descrito podría ser de la siguiente manera. Imaginemos que es el comienzo de la narración:
““Caminaban cogidos de la mano por una calle. Se detuvieron frente a una casa.
- Ha sido el día más feliz de mi vida, Enrique – dijo María.
- Y el mío también – contestó él.
Se miraron intensamente a los ojos. María volvió a hablar.
- Tu declaración de amor ha sido maravillosa.
- ¡Uf! La vergüenza que he pasado.
Rieron con ganas. Se hacía de noche. Al cabo de un rato, María dijo:
- ¿Mañana en el mismo sitio?
Enrique asintió. Se besaron largamente, luego María abrió la puerta y entró en la casa. Enrique se encaminó calle abajo a la suya”
Bien, como lectores ¿qué información hemos sacado de la “historia” que se nos va a narrar al leer este comienzo? Podríamos decir, por ejemplo:
- Hay dos personajes: María y Enrique.
- Ha sido el día más feliz de su vida.
- La razón de esta felicidad es que se aman y que se acaban de declarar su amor.
Sin duda, podríamos extraer más datos pero conformémonos por ahora con estos tres.
¿Cómo nos ha transmitido el narrador esta información? El recurso narrativo que ha utilizado principalmente ha sido el DIÁLOGO: la mayoría de los datos de la historia los recibimos de las propias palabras de los personajes. En mucha menor medida, el narrador ha utilizado el recurso de contar ACCIONES, por ejemplo: “Caminaban cogidos de la mano”, “Se detuvieron”, “Se miraron intensamente a los ojos”… ¿Y en cuanto a nuestro tema?: ¿en qué medida o de qué modo ha utilizado el recurso narrativo ESPACIO? Justo es decir que lo ha utilizado en muy escasa medida. Tan sólo hay unas pocas referencias espaciales: “Por la calle”, “frente a una casa”, “se hacía de noche” y “calle abajo”. Vemos, pues, que al narrador no le ha interesado tratar de forma EXPRESIVA el espacio; únicamente nos ha dado unas pocas indicaciones, cuya sola función es no tener a los personajes en medio de nada. “Casa”, “calle”, “la noche caía”, “calle abajo”, a pesar de ser pocos datos, crean al lector un mínimo escenario donde situar a los personajes, sus acciones y su diálogo. Este tipo de tratamiento narrativo del espacio es informativo y lo calificamos de “Espacio escenario”. ¿Es suficiente este tratamiento del espacio? Depende. Por ejemplo, si nos encontráramos en un pasaje de transición puede ser perfectamente adecuado; también lo sería si describir el “lugar” fuese necesario para la comprensión de la acción. Pero si el pasaje fuera importante, cargado de densidad de sentido, este tratamiento del espacio podría ser insuficiente. Supongamos que decidimos que esta parte no es un pasaje de transición sino de importancia para nuestra narración ¿qué hacer?
2ª.- El espacio espejo. Es un tratamiento más profundo del espacio. En él, el espacio opera como espejo de los sentimientos o estado anímico de los personajes. Tiene el posible problema de caer en el tópico o de repetir lo que ya el lector “ve” a través de las acciones, palabras o actitudes de los personajes. Por ejemplo, nuestro personaje está triste y, claro, afuera llueve; o está contento y reluce el sol en todo su esplendor. Sin embargo, existen dos recursos de gran importancia que trabajan esta función de espejo pero a un mayor grado de profundidad. Son el correlato objetivo y subjetivo. Veámoslos:
Tanto el correlato objetivo como el subjetivo son correlatos, es decir, “relatos” que acompañan o discurren paralelos a otro relato – el “principal” que narra las acciones y vicisitudes de los personajes–. Como en todo relato, en ellos habita un conflicto, un argumento, una idea: “dicen” algo. Por tanto, no se limitan a mencionar los rasgos del espacio físico, sino que los organizan en torno a un sentido y una intención. Tienen un carácter más dinámico que estático. El correlato objetivo y subjetivo, como descripciones del mundo exterior, se suelen utilizar para enmarcar, sugerir o mostrar de forma indirecta el mundo interior del personaje.
A.- Correlato objetivo.
La descripción del mundo exterior es objetiva, es decir, se emplea el lenguaje propio, físico, de las cosas: colores, olores, sonidos, formas, volúmenes, dimensiones… Ni la conciencia del narrador, ni la conciencia del personaje deben aparecer. Su finalidad es que el carácter o estado del mundo exterior – que describimos con el lenguaje de la naturaleza – tiña o “caiga” sobre el personaje de forma que nos dé luz o sugiera su estado interno. Pongamos un ejemplo:
“El río estaba a punto de desbordarse. Se abría camino por entre las rocas con violencia, levantando al chocar una gruesa lluvia, un bramido sordo y continuo. Las aguas bajaban espesas y marrones. Aquí y allá troncos, ramas, utensilios rotos de la¬branza flotaban, giraban, se hundían, volvían a aparecer, se en¬redaban en las orillas para, de pronto, seguir su vertiginoso descenso. Juan miró por enésima vez su reloj, atravesó el puente de madera que crujía y temblaba por la embestida de la corriente. Llegó hasta el coche y lo arrancó…”
En este texto la descripción del estado “turbulento” del río, tiñe o cae sobre el personaje y nos sugiere que su estado anímico también es “turbulento”. Observad que la descripción trata de ceñirse siempre al lenguaje físico (gruesa lluvia, bramido sordo y continuo, espesas y marrones…)
B.- Correlato subjetivo.
La descripción del mundo exterior es subjetiva, es decir, está hecha desde el punto de vista o la mirada de alguien. Se utiliza un lenguaje “humano” (sentimientos, valores) y, por lo tanto, aparece la conciencia del personaje o el narrador. Su objetivo es sugerir el estado interno del personaje a través de la forma en que ve y tiñe el mundo exterior. Es, pues, la mirada del personaje sobre el objeto, más que el propio objeto, lo que se nos presenta. Pongamos un ejemplo:
“Juan alcanzó por fin la cumbre. Se acercó al borde del precipicio y contempló el espectáculo que se ofrecía ante su vista. Abajo, en el fondo del valle, el río era una insignificante cinta que serpenteaba entre pequeños recuadros cultivados; las casonas de labranza parecían casitas de muñecas, y a las personas y al ganado apenas se los distinguía, diminutos como hormigas. Frente a él, el circo de montañas se desplegaba macizo y dominante, coronado aún por un manto de nieve inalcanzable; manchas boscosas conquistaban las laderas hasta las mismas paredes de roca; un águila sobrevolaba el abismo, describiendo círculos amplios y majestuosos. Era mediodía y el sol brillaba con todo su poder en lo más alto”.
Aquí toda la descripción está organizada desde la mirada de Juan y el lenguaje empleado es subjetivo. La situación espacial del personaje (él arriba, el mundo habitado abajo); el tratamiento de ese mundo habitado a sus pies (insignificante cinta, casitas de muñecas, diminutos como hormigas) y del paisaje frente a él (macizo y dominante, coronado, manto de nieve inalcanzable, conquistaban, águila, amplios y majestuosos, con todo su poder) nos dan una idea de los pensamientos y sentimientos de Juan. Su mirada tiñe al espacio exterior de jerarquía, poder, superioridad de la soledad en las alturas frente a la pequeñez gregaria del valle, ofreciéndonos un “relato” de su mundo interior
Como juego, podríamos preguntarnos cómo hablarían (“físicamente”) los siguientes escenarios:
- una prisión (¿ecos metálicos, voces lejanas…?)
- una estación de metro (¿bullicio, pitidos…?)
- Un cine (¿voces de la película, toses aisladas…?)
- Un parque (¿canto de pájaros, gritos de juegos de niños…?)
- Una casa vacía, un patio de vecindad, una calle en la noche, un valle solitario…
O podríamos imaginar que paisajes elegiríamos para expresar diversas emociones:
Rabia: (¿río desbordándose?, ¿….?)
Miedo: (¿árboles movidos por el viento?, ¿…..?)
Atormentado: (¿tormenta?, ¿….?)
Plenitud: (¿paisaje soleado, amplio?, ¿….?)
Amor, odio, tristeza, alegría….
O podríamos preguntarnos ¿Qué relación establece con el espacio - cómo lo mira-:
& Un hombre que vuelve, en su vejez, al lugar donde vivió su infancia y su adolescencia?
& Un joven, ambicioso y cobarde, que vive en una ciudad de provincias, trabajando en la panadería heredada de sus padres?
& Un joven, ambicioso, seguro de sí mismo y con pocos escrúpulos, que llega de una ciudad de provincias a Madrid?
& Un emigrante subsahariano que no conoce el español y que llega a Madrid para buscar trabajo?
& Una mujer que, después de asistir al entierro de su marido al que amaba, vuelve a la casa que compraron y arreglaron juntos?
Observemos que a través de la forma en que miran/describen el espacio estos personajes se nos dirá quiénes son, qué buscan, qué temen, cuál es su conflicto…
3ª.- El espacio expresivo. Con este tratamiento el espacio adquiere características de personaje. A través de él, el escritor dice cosas fundamentales que de otra manera no podría decir: añade información, hace avanzar la acción, es parte integrante de la trama y del argumento, en definitiva, construye significado y sentido.
Retomemos nuestra fantasía de que estamos escribiendo una narración que trata sobre la genial idea de “chico conoce chica, se enamoran y tienen problemas”. Volvamos, pues, al texto sobre la tierna despedida de María y Enrique. Cualquier lector afirmaría que este relato que ha empezado a leer va a tratar sobre el amor de María y Enrique. Pero ¿algún lector podría aventurar por lo leído si ese amor va a tener un curso fácil o si, por el contrario, va a estar plagado de dificultades? Nuestra experiencia de lectores nos hará imaginar que algún conflicto ha de surgir pues de otra manera no habría “novela” – como dijera Tolstoi: “Las familias felices no tienen historia” – pero, justo es reconocer, que no hay nada en el texto que apunte en una u otra dirección.
Imaginemos ahora que nosotros como escritores de este texto no hemos quedado contentos con este comienzo de la narración. Queremos transmitir al lector alguna información sobre el futuro de la relación de nuestros enamorados. He aquí un problema narrativo ¿cómo transmitiré esa información? Estamos ante el corazón mismo de la escritura: algo que decir (Idea, sensación, imagen, sentimiento); problema de cómo decirlo; búsqueda de una solución narrativa; toma de decisión; y plasmación lingüística. Pongamos, que decidimos escribir lo siguiente: “Nada sospechaban al despedirse de las muchas dificultades que pronto su amor tendría” La solución que habríamos tomado en este caso utiliza las posibilidades del elemento narrativo TIEMPO y se llama PROLEPSIS: anunciar un hecho futuro. Sin embargo, autocríticos, no nos parece este recurso una buena solución para este caso. Es demasiado facilón y simple: informa más que sugiere, dice más que muestra. Tendremos, pues, que buscar otro recurso que responda mejor a nuestro problema narrativo y a nuestra intención. ¿Cuál?... De pronto, se nos ocurre lo siguiente ¿y si utilizo el elemento narrativo espacio para dar a entender al avisado lector algo sobre el futuro de la relación de María y Enrique?... Ya, muy bien, pero ¿cómo?
Veamos los siguientes textos:
Uno.- “Caminaban cogidos de la mano por una calle amplia y arbolada. El suelo estaba alfombrado de hojas doradas. Se detuvieron frente a una casa.
- Ha sido el día más feliz de mi vida, Enrique – dijo María.
- Y el mío también – contestó él.
Se miraron intensamente a los ojos. Nada se oía salvo los festivos ladridos de un perro y las risas de unos niños. El cielo, aún azul, comenzaba a teñirse de rosados. María volvió a hablar.
- Tu declaración de amor ha sido maravillosa.
- ¡Uf! La vergüenza que he pasado.
Rieron con ganas. Una brisa cálida acariciaba de vez en cuando sus rostros. Al cabo de un rato, María dijo:
- ¿Mañana en el mismo sitio?
Enrique asintió. Se besaron largamente, luego María abrió la puerta y entró en la casa. Enrique se encaminó a la suya”
Dos.- “Caminaban cogidos de la mano por una calle flanqueada por árboles de troncos retorcidos y ramas desnudas. El suelo estaba cubierto de hojas muertas. Se detuvieron frente a una casa.
- Ha sido el día más feliz de mi vida, Enrique – dijo María.
- Y el mío también – contestó él.
Se miraron intensamente a los ojos. Nada se oía salvo los aullidos de un perro y los gritos de unos niños. El cielo, encapotado y gris, se hacía negro con la llegada de la noche. María volvió a hablar.
- Tu declaración de amor ha sido maravillosa.
- ¡Uf! La vergüenza que he pasado.
Rieron con ganas. Una brisa fría golpeaba de vez en cuando sus rostros. Al cabo de un rato, María dijo:
- ¿Mañana en el mismo sitio?
Enrique asintió. Se besaron largamente, luego María abrió la puerta y entró en la casa. Enrique se encaminó a la suya”
Tanto el texto Uno como el Dos reproducen nuestro texto inicial, salvo por unas cuantas frases que incorporan “algo”. Este algo incorporado es un tratamiento más amplio del Espacio. Con una diferencia, en el texto Uno el Espacio es tratado de forma, digamos para entendernos, positiva o alegre (“calle amplia y arbolada”, “El suelo estaba alfombrado de hojas doradas”, “festivos ladridos de un perro y las risas de unos niños”, “El cielo, aún azul, comenzaba a teñirse de rosados”, “Una brisa cálida acariciaba”); mientras que en el texto Dos el tratamiento que se hace del espacio es negativo o triste (“una calle flanqueada por árboles de troncos retorcidos y ramas desnudas”, “El suelo estaba cubierto de hojas muertas”, “los aullidos de un perro y los gritos de unos niños”, “El cielo, encapotado y gris, se hacía negro con la llegada de la noche”, “Una brisa fría golpeaba”). Como en el caso de los correlatos objetivos y subjetivo, estos dos breves tratamientos del espacio que hemos realizado en el texto inicial, tiñen la situación de nuestros dos protagonistas de diferente manera: en Uno, la situación de felicidad de los protagonistas se ve acompañada de un espacio “alegre” que reafirma esa felicidad; en Dos, la situación de felicidad de los protagonistas se ve contrastada por un espacio que nos habla de “tristeza”. Podríamos deducir, pues, que si nosotros estamos interesados en insinuar al lector que la relación de nuestros protagonistas va a tener problemas, el texto Dos parecería venirnos mejor: mientras los dos enamorados, ignorantes de su futuro, disfrutan de su amor, el espacio descrito nos insinúa las futuras “borrascas” que sufrirán.
Pero imaginemos que aún no hemos quedado contentos. Nosotros como escritores no queremos sólo insinuar que la relación de nuestros protagonistas va a tener problemas, queremos también sugerir cuál va a ser la causa de esos problemas. Supongamos que la raíz de los problemas que van a tener nuestros enamorados será la diferencia de clase o status: ella es de familia rica, él de familia pobre. Bien ¿qué hacer para sugerirlo? Volvamos a nuestros textos. Podemos escoger el texto Dos que nos parece más borrascoso, ¿qué le añadimos a través del tratamiento del elemento espacio para dar a entender al lector que la causa de los problemas futuros de nuestros enamorados va a ser la diferencia de clase? Bien, nuestros amados están inmersos en su emociónate y ardoroso diálogo amoroso, el suelo está cubierto de hojas muertas, el cielo encapotado, la brisa fría… entonces junto a esta situación descrita en el texto Dos, podemos describir el lujo y la riqueza del barrio residencial y de la mansión de la chica; luego se despiden, él vuelve a su casa y cuando llega podemos describir su piso de urbanización obrera…
Ellos nos han hablado de su amor; el tratamiento expresivo del espacio nos ha hablado de la diferencia de clase, nos ha dado una información nueva, ha apuntado un problema, ha sugerido un conflicto futuro. El lector, atento, lo capta. El autor ha sabido “mostrar”, no meramente “decir”, dejando hablar al espacio personaje.
Sugerencia: prueba a escribir este último texto ahora referido.
Resumiendo:
- Espacio informativo o escénico: un mero escenario para los personajes. Es insuficiente salvo en pasajes de transición o por necesidades de comprensión de la acción.
- Espacio expresivo: un indicador de datos relacionados con los personajes. El mundo exterior enmarca el mundo interior del personaje, utilizamos la descripción del mundo exterior para reflejar el mundo interno. Esto es: teñimos al personaje con las características del espacio, o, por ejemplo, describiendo al personaje en un palacio, podemos evitar expresar que es noble; o en una cárcel, ya sabemos que es preso...
- Espacio expresivo: un indicador de datos relacionados con la historia narrada. A través de él podemos sugerir o avanzar partes de la trama. La descripción de un lugar peligroso (por ejemplo, un pantano) “avanzará” un suceso trágico que se producirá en ese lugar y más adelante, en nuestra narración.
- Espacio expresivo: un indicador del sentido de nuestra narración. La insistencia en describir espacios cerrados, y la total ausencia de descripciones de espacios abiertos, creará un efecto en el nuestra narración, que junto a otros elementos de la trama, “argumentará” un determinado sentido, por ejemplo: opresión (o, por el contrario, si caracterizamos positivamente los espacios cerrados, seguridad). Sin embargo, la alternancia de espacios cerrados con espacios abiertos, “argumentará”, por ejemplo, sobre una tensión entre opresión/liberación (O, por el contrario: seguridad/exposición).
- La elección de un espacio exige una relación interna y general con la acción desarrollada. El espacio no puede ser circunstancial, sino esencial: es parte de la historia, la trama, el argumento y el sentido.
- Correlato (objetivo o subjetivo) ------- Un personaje ------- ¿Quién es?, ¿qué le pasa?, ¿cuál es su estado anímico?, ¿cuál es su conflicto? --------- Un espacio que lo exprese (Correlato objetivo) --- una mirada del personaje sobre el espacio que lo revele (Correlato subjetivo).
En la próxima entrega trataremos una técnica muy ligada al elemento narrativo espacio y que no hemos parado de mencionar: LA DESCRIPCIÓN.

Ramón Qu

2 comentarios:

  1. Una descripcion muy detallada y completa. Saludos desde Canada

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